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Peligro de gran tsunami es real, asegura rector del Suneo

Ante el eventual riesgo de ocurrencia de un terremoto, el rector del Sistema de Universidades Estatales de Oaxaca (Suneo), Modesto Seara Vásquez recomendó el establecimiento de un sistema de alerta de tsunami para prevenir a la población de los diferentes municipios de la región de la Costa.
En entrevista, el académico explicó que esta iniciativa ha cobrado más importancia después de los rumores y del aviso gubernamental sobre la llegada de un maremoto después del sismo del 7 de septiembre.
Además, subrayó que la alerta de tsunami originó la salida de desordenada de pobladores de sus domicilios, principalmente de Puerto Ángel, Zipolite y Huatulco, en la búsqueda de zonas altas para salvar la vida.
Destacó que los campus Puerto Ángel y Huatulco de la Universidad del Mar (Umar) fueron abiertos a la ciudadanía para su refugio, por estar en un área alejadas de la playa.
“Hubo efectivamente un tsunami, pero afortunadamente fue pequeño”, señaló.
Sin embargo, observó que decenas de conductores de automóviles se concentraron sin algún orden en las afueras del Campus Puerto Ángel para después desplazarse a las montañas en caso de la llegada del maremoto.
“Iba a ser un suicidio; la altura del Campus era suficiente para estar en ese refugio sin estar en riesgo su vida”, asentó.
De esta manera, consideró que resulta necesario establecer un sistema de alerta de tsunami para prevenir a la población, incluso con varias horas de anticipación, para evitar víctimas mortales.
Aunque, resaltó que también se requiere concientizar y capacitar a la población sobre la ocurrencia de este tipo de eventos y de la necesidad de protegerse en refugios de 15 a 20 metros sobre el nivel del mar.
“En distintos lugares se pueden instalar puntos de refugio, pero es necesario hacer saber a la población que tiene qué hacer y a dónde ir”, remarcó.
Opinó que el sistema de alerta de tsunami se puede establecer a partir de un acuerdo o coordinación con países asentados en el Océano Pacífico, quienes tienen boyas sensoras en el mar para detectar este tipo de fenómenos naturales.

“Lo que se necesita es un sistema de alerta adecuado y eficiente; tendría ventaja incluso sobre los avisos de terremotos, porque se producen lejos”, indicó.
La tragedia de 1787
El 28 de marzo de 1787, un terremoto de 8.6 grados en la escala de Richter con epicentro en el Océano Pacífico, provocó un tsunami en la región de la Costa que causó un número indeterminado de muertos al sur de Pinotepa Real, ahora Nacional.
Los pobladores “…vieron con asombro retirarse el mar más de una legua, descubriendo tierras de diversos colores, peñascos y árboles submarinos, y que con la misma velocidad que huyó de su vista volvió otra vez y otras”, describió la Gaceta de México, el 1 de mayo de ese año.
Según el libro El gran tsunami mexicano de 1787, escrito por Gerardo Suárez, la mañana del 28 de marzo de 1787, los pescadores lanzaban sus redes a la Laguna de Alotengo —conocida también como Laguna de Corralero—, y los arrieros sacaban su ganado a pastar en la planicie costera de Pinotepa Real, cuando cerca de las 11 de la mañana se sintió un fuerte temblor que meció todo el sur de México.
Después de que las oscilaciones de la tierra provocadas por este enorme temblor amainaron, los pobladores observaron un raro fenómeno por todos ellos desconocido: un tsunami. Al regresar, las olas embravecidas invadieron la planicie costera por casi siete kilómetros dejando vaqueros y pescadores muertos, incrustándolos en las ramas de los árboles.

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